jueves, 14 de abril de 2011

ANDA TRISTE LA TRISTEZA. Santa Teresa de Jesús





Ronda que te ronda mi casa
con su vestido de luto
y con su tez toda pálida.

Parece buscar consuelo
parece tan deshinchada
que yo no sería bueno
si le negara mi casa.


Por eso cuando la vi
sin adorno y sin hogaza,
solícito, bondadoso
le abrí las puertas de mi alma.

Pude ver que me veía,
con infinita mirada,
incrédula, sorprendida
con una sonrisa vaga.

Entró cautelosa, muda,
sombría, deshilachada,
voraz, hedionda, macabra,
pestilente, desdentada.

Se apoderó de mis sueños,
de mis versos, de mi cama,
de las fotos de mi madre,
de mis meses y semanas.

Se bebió todo mi vino,
rompió mi vieja guitarra,
destrozó las partituras
de mis canciones más blancas.

Decapitó los anhelos
que con ilusión guardaba,
puso una venda a mis ojos,
a mi boca una mordaza.

Hoy ya no quiere marcharse,
hoy ya no sé cómo echarla,
pero yo tuve la culpa
por haberle dicho: pasa.

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